El mayor residuo de nuestra civilización es el principal gas regulador del clima: el dióxido de carbono (CO2). Este residuo proviene principalmente de quemar combustibles fósiles para obtener energía. Las plantas, por medio de la fotosíntesis transforman el CO2 y el agua en materia orgánica, pero su actividad no es suficiente para transformar todo el exceso CO2 que generamos y su concentración en la atmósfera, desde la revolución industrial ha aumentado de 280 a 400 partes por millón.
La temperatura de la Tierra está en un equilibrio regulado por los gases de efecto invernadero (vapor de agua, el dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno y otros en menor medida). Este efecto es un fino balance entre la radiación entrante y saliente de la Tierra.
Un pequeño efecto invernadero es algo bueno, al menos para quienes actualmente habitamos este planeta. Pero un gran efecto invernadero desestabilizaría el clima destruyendo el medio en el que vivimos. La mala noticia es que quemando combustibles fósiles nuestra civilización está emitiendo mas CO2 que el que la vegetación puede absorber, y con el aumento de CO2 en la atmósfera el planeta se está calentando.
La huella de carbono es una forma sencilla de medir el impacto ambiental que deja una persona, una empresa o una organización sobre el planeta. Es el recuento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), que son liberadas a la atmósfera con las actividades cotidianas. Abarca todo el ciclo de vida de aquello que consumimos desde la obtención de la materia prima hasta la gestión de sus residuos.
Todos podemos contribuir reduciendo nuestra huella de carbono.
Revisa tus hábitos alimentarios

En muchos casos los alimentos que consumimos, ya sea por su lugar de fabricación o por el origen de sus materias primas, tienen un impacto en varias partes del mundo, siendo responsables de aproximadamente el 30% de nuestras emisiones de CO2. Los procesos de explotación, producción y distribución a gran escala destruyen ecosistemas y contribuyen al cambio climático.
Si quieres reducir tu impacto en el medio ambiente y mejorar tu salud, puedes analizar en que forma contribuir a través de tu dieta.

Compra alimentos de temporada obtenidos de manera responsable, busca productos a granel o con un mínimo envase para reducir los residuos y siempre que puedas consume productos de segunda mano ya que una gran parte de la huella de un producto, generalmente proviene de su fabricación.
Aplica siempre que puedas el criterio de proximidad teniendo en cuenta el coste ecológico del transporte.
Compra productos de estación

Los alimentos de temporada son más sabrosos y más baratos. Y también en estos casos es más probable que la fruta y la verdura haya sido cultivada de manera no intensiva.
Apoya las energías limpias

Cuando compres electrodomésticos, echa un vistazo a la etiqueta de eficiencia energética para asegurarte de que sean lo más eficientes posible.
Seamos parte del cambio de modelo energético a través de nuestra demanda.
Consume más alimentos de origen vegetal

Viaja de manera inteligente

Si vas a conducir, hazlo de manera eficiente con una conducción suave.
Alrededor del 25% de las emisiones totales que origina un coche se producen en su fabricación, y el otro 75% al conducirlo, de modo que comprando un coche de segunda mano en lugar de uno nuevo, reduciremos emisiones. Haz lo posible para conducir coches de bajas emisiones, híbridos o en el mejor de los casos eléctricos.
Y no descuides detalles para reducir el consumo como por ejemplo tener la presión correcta en los neumáticos.
Reduce, reutiliza y recicla

Los alimentos desperdiciados representan varios millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono emitidas a la atmósfera. Todo lo que podamos hacer para evitar generar residuos ayudará a reducir la huella.
Recicla todo lo que puedas: alimentos, embalajes, teléfonos móviles, ropa...
Reduce el consumo de energía

En nuestro artículo ¿Cómo reducir la factura del gas y de la luz? damos varias sugerencias y consejos para reducir el consumo de energía en nuestros hogares.
Reduce el consumo de carne

La ganadería es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidas en equivalentes de CO2. Es responsable del 9% de las emisiones de CO2 (principalmente por deforestación), el 37% de las emisiones de metano, CH4, (principalmente por la digestión de los rumiantes) y el 65% del óxido nitroso (por el estiércol). Representa además dos tercios de las emisiones antropogénicas de amoníaco, gas que tiene un papel relevante en la lluvia ácida.
La ganadería utiliza el 8% del agua mundial, un elemento cada vez más escaso. Se estima que para producir 1 kg de carne de vacuno intensivo son necesarios 20.000 litros de agua. La ganadería intensiva es, además, la mayor fuente de contaminación del agua, contribuyendo a la eutrofización (aumento de la biomasa y empobrecimiento de la diversidad) y degradación de ríos y litorales. Las fuentes de contaminación proceden de las heces, residuos de los piensos (antibióticos, metales pesados), hormonas, así como de los pesticidas y fertilizantes utilizados en los monocultivos de grano para pienso.
Para tener una dieta equilibrada no necesitamos consumir tanta carne ya sea de ave, vacuno, cerdo, oveja, etc. Es posible incorporar proteínas de origen vegetal consumiendo frutos secos, legumbres, semillas o cereales.
Intenta ir reduciendo las porciones de carne en tu dieta, y si crees que no vas a saciarte, simplemente añade más verduras, pasta, caldos o purés.
Consume productos respetuosos con los bosques y la vegetación

Vuela menos

Evitemos también, en la medida de lo posible consumir productos que implican transporte aéreo en su logística.
Muestra y comparte tu implicación
Es muy probable que aquellas personas y cosas que más amas se vean afectadas por el cambio climático. Contribuye reduciendo tu huella de carbono y comparte este artículo.
Si quieres tener una estimación de tu huella de carbono, este enlace te lleva a una web para calcularla.