martes, 17 de mayo de 2016

Las energías renovables son la única alternativa, y la evidencia está en las mediciones de dióxido de carbono (CO2) – La Curva Keeling


CHARLES KEELING

En 1958, el oceanógrafo norteamericano Charles David Keeling, comenzó con la medición sistemática y regular de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Lo hizo (y se continúa haciendo) en Mauna Loa (Hawái).
Al comienzo los datos oscilaban y eran erráticos, sin embargo cabo de unos años, Keeling observó variaciones estacionales: Sistemáticamente en la primavera la concentración de CO2 disminuía y en el otoño aumentaba. La causa es que dado que el hemisferio norte contiene la mayor parte de la vegetación, cuando la primavera llega al norte, dicha vegetación “inhala” y consume dióxido de carbono para fotosintetizar y crecer, de modo que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera disminuye levemente.
Cuando llega el otoño, las plantas pierden sus hojas y disminuyen su actividad fotosintética “exhalando” y devolviendo CO2 a la atmósfera.
En el hemisferio Sur ocurre lo mismo pero a la inversa en los mismos meses del año, pero ahí es océano en su mayor parte, de modo que la vegetación del hemisferio Norte es la que controla los cambios anuales del CO2 mundial.
La Tierra ha estado respirando en períodos anuales durante cientos de millones de años pero nadie lo advirtió hasta 1958 cuando Keeling concibió una forma de medir con precisión la cantidad de CO2 en la atmósfera.
Además de esta variación natural, después de algunos años de registrar datos Keeling observó además algo alarmante: Un rápido y constante aumento en el nivel de CO2 que ha continuado desde entonces. Además de un patrón oscilante, la curva de concentración de CO2 en función del tiempo sigue un patrón ascendente.
En la siguiente imagen se muestra el registro completo de las mediciones de CO2 desde 1958 hasta hoy extraído de la página web del Scripps Institution of Oceanography.


Concentración del dióxido de carbono medido en la atmósfera desde 1958 - Imagen del Scripps Institution of Oceanography.

Las mediciones iniciadas por Keeling constituyen la primera evidencia científica del rápido aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.

LA EVIDENCIA GRABADA EN EL AGUA

Analizando los niveles de CO2 ocluido en el hielo polar se ha observado un incremento muy llamativo que predominó durante el auge de la agricultura y la civilización. De hecho, en la Tierra no había ocurrido nada igual en 3 millones de años.
El registro detallado de la composición del aire está grabado en las nieves del pasado, congeladas en el hielo de Groenlandia y la Antártida, donde los científicos que estudian el clima han perforado, extraído y analizado muestras. Las capas de hielo de esas muestras contienen aire antiguo atrapado en su interior, de manera que es posible obtener un registro ininterrumpido de la composición de la atmósfera terrestre de los últimos 800.000 años.

Concentración del dióxido de carbono atmosférico en los últimos 800.000 años - Imagen del Scripps Institution of Oceanography.


Se ha visto que en todo ese tiempo, la cantidad de CO2 en el aire nunca superó las 300 partes por millón (0,03% equivale a 3 g en 10 kg) hasta que a comienzos del siglo XX comenzó a experimentar un aumento rápido y constante. A día de hoy, es más de un 40% superior al de antes de la revolución industrial.
Quemando carbón, petróleo y gas nuestra civilización ha estado exhalando mas CO2 que el que la vegetación de la Tierra es capaz de absorber. Así pues, el CO2 se está acumulando en la atmósfera y el planeta se está calentando.
Un escéptico podría decir que el dióxido de carbono es liberado a la atmósfera a partir de varias fuentes como la respiración de los seres vivos, incendios forestales, volcanes, además de la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, no todos los CO2 son iguales. Cada mecanismo tiene su propia firma isotópica de carbono (diferentes proporciones de 12C, 13C y 14C) y por eso es posible identificar su origen ya que hay moléculas de CO2 más pesadas o más ligeras según su procedencia.
Otro indicio de que el aumento de CO2 es causado por la quema de combustibles fósiles y no por el ciclo natural en la biosfera es la disminución de oxígeno atmosférico simultáneo al aumento de dióxido de carbono. La quema de combustibles fósiles implica el consumo de oxígeno.
Está muy claro cuál es el origen del CO2.que se está acumulando en la atmósfera. Nuestra civilización genera cada año aproximadamente 30.000 millones de toneladas, mientras que la naturaleza a través de la actividad volcánica genera aproximadamente 500 millones de toneladas de CO2, una cantidad que no llega al 2% del antropogénico.
El incremento de CO2 medido en la atmósfera, coincide con la cantidad que sabemos que estamos emitiendo por la quema de carbón, gas y petróleo.
Es más, el calentamiento observado está de acuerdo al pronosticado por el incremento medido de CO2. Nuestra huella está presente.
Desafortunadamente para nosotros, el principal producto de desecho de la actual civilización no es cualquier sustancia. Se trata justamente del principal gas regulador del clima, nuestro “termostato” global.
Es una pena que el CO2 sea un gas invisible, quizás si pudiésemos verlo, seríamos mas capaces de comprender el verdadero coste de quemar combustibles fósiles y la magnitud de su impacto en el ambiente.




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